Ser creativo: ¿trance, técnica o trauma?

Creatividad.

Esa palabra que lo mismo sirve para adornar un currículum que para justificar por qué llevas media hora mirando al techo. ¿Pero qué es exactamente ser creativo? ¿Tener ideas? ¿Resolver problemas? ¿Oír voces en la ducha?

Spoiler: depende de a quién le preguntes.

A lo largo de la historia se han propuesto mil formas de entender la creatividad. Algunas con toga y pluma. Otras con bata de laboratorio. O con muchos post-its de colores. Hoy nos vamos a sumergir en esas teorías que intentaron explicar qué es eso que pasa (o no pasa) cuando intentamos crear algo.

El limbo de las ideas (o cómo Platón teorizó el moodboard)

Según los platónicos, las ideas viven en un mundo perfecto al que solo acceden los elegidos. O sea: tú no inventas nada, solo descubres lo que ya estaba ahí, flotando en la nube creativa. El creador es una especie de antena. Lo que diseñas ya existía, solo tenías que sintonizar con la “frecuencia buena”. Esta visión sigue muy viva en frases tipo “la solución ya estaba ahí, solo había que encontrarla”. Diseño funcional, invisible, casi místico.

El furor divino (o el AJÁ! moment)

Creatividad como posesión divina. Te visita, te arrastra, te ilumina. Las musas llegan cuando quieren, y si no aparecen… a esperar. Hoy lo seguimos viendo en frases como “la idea vino sola” o “tuve una revelación en la ducha”. Perfecto para justificar retrasos sin perder el aura de genio.

El diseño como oficio (Calderón, Nietzsche y la Bauhaus)

Frente a la idea de la inspiración loca, Pedro Calderón de la Barca defendía que la creatividad era técnica, disciplina y trabajo sucio. Nada de trances: repetir, fallar, mejorar.
Nietzsche coincidía. Para él, el “genio” no existe sin trabajo sucio.
Esta idea acaba aterrizando en la Bauhaus y en diseñadores como Dieter Rams: diseño como método, oficio, rigor.

Remix mental (Locke, Hume y el arte del DJ)

Los empiristas británicos como John Locke o David Hume decían que la mente no inventa: reorganiza.
La creatividad es una combinación nueva de experiencias pasadas. En diseño, esto se traduce en moodboards, referencias, tipografías, patrones. Nada nace de cero. Ser creativo es saber mezclar. Como un buen DJ: saber qué sample poner y cuándo.

Pensar con post-its (Guilford, Popper y la estrategia creativa)

¿Y si crear fuera simplemente resolver problemas de forma original? Esa es la visión más moderna: conectar puntos, buscar soluciones viables y con intención. En el siglo XX, psicólogos como J. P. Guilford o filósofos como Karl Popper empezaron a estudiar la creatividad como una capacidad cognitiva: resolver problemas de forma original. Guilford propuso el pensamiento divergente: generar muchas soluciones posibles para un mismo problema. Bienvenidos al design thinking, donde los post-its hacen de neuronas.

El inconsciente simbólico (Freud, Jung y lo que no sabemos que sabemos)

Freud diría que toda creación es una sublimación de tus traumas infantiles. Jung, que accedes al inconsciente colectivo y hablas en símbolos que no entiendes del todo. Esto sigue vivo en el diseño emocional, el branding, las narrativas visuales que nos tocan sin saber por qué. A veces, un buen diseño no comunica: evoca. Y eso no se enseña en ningún máster.

Ser-en-el-mundo (Heidegger, Merleau-Ponty y la experiencia del diseño)

Martin Heidegger decía que el arte revela lo que estaba oculto. Merleau-Ponty y Sartre veían la creatividad como una forma de habitar el mundo con conciencia.
Diseñar no es solo resolver problemas: es inventar modos de vivir.
Una app de citas no solo conecta personas. Define cómo (y por qué) se conocen.

Creatividad evolutiva (Dennett, Darwin y el diseño generativo)

Como la naturaleza: se prueban mil cosas y sobrevive la que mejor se adapta. En diseño también: se itera, se descarta, se aprende. Diseño generativo, IA, sistemas vivos. Pero también ese logo que hiciste seis veces hasta que por fin encajó.

Entonces… ¿qué es ser creativo?

Una inspiración divina. Ser DJ de ideas. Ser un cabezota. Hackear tu propio cerebro. Trabajar hasta que se te quede el culo cuadrado en la silla. Todo eso y más.
Lo que está claro es que la creatividad, por muy filosófica que suene, se convierte en algo muy concreto cuando abrimos Illustrator, hacemos bocetos o escribimos un copy que no da vergüenza ajena. La creatividad tiene mil nombres, y en diseño los usamos todos. A veces sin saberlo.
Y lo mejor: no hace falta elegir uno. Diseñar es, quizás, ese raro lugar donde Platón, Nietzsche, Freud y el UX Research se sientan en la misma mesa a compartir referencias.

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Lucía Franco
Diseñadora gráfica y web de profesión, pero exploradora artística de corazón. Hago de todo y un poquito de nada en particular. Cuando no estoy diseñando, me encuentras devorando libros (porque leer es una obsesión seria), sumergida en mi música o planeando mi próxima escapada. En resumen: soy puro movimiento, con un ojo afilado para el diseño y una curiosidad insaciable que me mantiene siempre en busca de la próxima gran idea. | Behance
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